Razones
para trabajar para una educación transformadora en perspectiva de la igualdad
sexual
Por: Marcela Ulloa y Xavier Guzhñay
Los docentes, tanto en ejercicio como en formación, debemos
trabajar por la igualdad sexual. Se tomarán principalmente los aportes de Ana
de Miguel (2011) quien sostiene que trabajar por la igualdad sexual es trabajar
por las demás desigualdades que presenta la sociedad porque están íntimamente
relacionadas entre ellas. Sociedad que desde la perspectiva habermasiana tiene
dos funcionamientos: como sistema y como mundo de la vida. Esta concepción es
relevante en cuanto a entender que existe un entramado de interrelaciones entre
los subsistemas cuyos recursos controlan las funciones de rendimientos
organizativo y las decisiones políticas, así como los bienes y servicios y
fuerza de trabajo. Pero, también existe una sociedad definida como una
comunidad en comunicación que se entiende en el horizonte del acervo cultural
que constituye el sustrato común que comparten sus miembros y que desde ese
horizonte entran en relaciones diversas (Ferrada
& Flecha, 2008).
Entonces, el
primer argumento es basado en la visión transformadora de la educación. Si el
docente sigue pensando a la educación como un elemento meramente de
reproducción y no de emancipación no podríamos creer en la igualdad sexual
porque lo cambios no estarían presentes en nuestro trabajo diario. Pero, el
aprendizaje se da en una persona humana dotada de acción, por tanto, es
agente-actuante, constructora y transformadora del medio en el cual se
desarrolla y vive. Desde la dimensión transformadora, es posible identificar el
protagonismo de la persona tanto en la construcción de sí misma, siempre frente
a los ojos de y en interacción con los demás; como también en la sociedad en
que vive (Jaussi, 2003). Por consiguiente, la relación entre educación y
sociedad son bastante cercanos. La educación influye directamente en el cambio
de una sociedad, sin embargo, a corto plazo serán los valores y actitudes de
una sociedad serán reflejados directamente en la educación (UNESCO, 2015).
¿Cómo contribuir
a una ciudadanía democrática en la práctica y no solo en el aparataje de sus
leyes? sería la pregunta que como docentes podemos hacernos. Delors et al. (1996) nos menciona que puede
fomentarse o estimularse mediante una instrucción y unas prácticas adaptadas a
la sociedad de la comunicación y la información. Se trata de proporcionar
claves de orientación con miras a reforzar la capacidad de comprender y de
juzgar. En este punto, las habilidades necesarias serían la selección y
discriminación. En este sentido, en temas de igualdad sexual podremos aportar a
que los estudiantes pongan en una perspectiva crítica su vida cotidiana. Por
ejemplo, Ana de Miguel (2011) invita a la reflexión del arte como un inhibidor
del nuestro juicio crítico por el involucramiento de las emociones o simpatía
psicológica que hace que normalicemos situaciones que en otros contextos no lo
haríamos. Los discursos sexistas no se dejan señalar porque están escondidos a
la vista de todos en la creación artística de la cultura popular en modos de
ficción, juguetes, películas, música, programas de televisión, entre otros
recursos. A través de los medios de difusión se dice lo que en la cultura
formal no se dice. Para referirme a una muestra concreta tomaré la reflexión de
López (2007)
sobre la imagen de las mujeres en las coplas flamencas en el ámbito de la
maternidad como función imprescindible e impuesta hacia la mujer:
(…) Todo este esfuerzo por hacer posible la vida y preservar a los niños
de enfermedades y muertes se descargó en una gran parte en las mujeres, que
ahora debían tener como principal preocupación la dedicación a ellos, su
entrega tendrá que ser absoluta y sus desvelos en cuidarlos por encima de los
que dedica a sí misma. Esto solo se podía justificar desde la existencia del
amor maternal visto como algo de raíz biológica, natural, heredado por las
mujeres. Pero a la vez que se idealiza a la mujer nombrándola portadora de la
virtud de dar a luz y heroica cuidadora de los hijos/as, se la esclaviza a esta
función que está por encima de cualquier dedicación o necesidad.
Rouseau es el más conocido de los teóricos del amor maternal. Con él la
madre pasa a ser la figura dominante de la familia en cuanto a las funciones
que realiza como esposa-madre, merecedora de respeto y derechos. Pero esto no
significa que tenga un estatus mayor o ni siquiera igual al hombre. La mujer
queda presa en el corsé que supone dedicarse en exclusiva a estas funciones de
complemento del hombre, que será el “ciudadano” que velará, cuidará la familia,
saliendo a la calle a crear la sociedad que les permita vivir en sus núcleos de
convivencia: la familia. La importancia social la tendrá el hombre. (p.170)
Este
posicionamiento se lo puede ver en el comentario de los artistas Caba (1933) "Podemos
pues, resumir así la significación de la feminidad en la cultura andaluza: la
virilidad jonda santifica a la madre, respeta a la esposa, desea a las hembras
y detesta a las mujeres” (pág. 255). Para muchos este ejemplo ha de ser
obsoleto por la poca frecuencia que se escuchan las coplas flamencas en nuestro
contexto y por su antigüedad, pero es precisamente lo que quiero hacer notar
puesto que la desigualdad sexual es un problema globalizado y que tiene raíces históricas.
Por consiguiente, mucho más hemos de estar alertas en esta sociedad líquida y
de la inmediatez que cuenta con plataformas digitales donde con un solo clic se
encuentran prostitución, sexo como dominación, pornografía; en donde el
reguetón con discursos violentos ha de sonar en sus encuentros con amigos,
donde la publicidad visual muestra únicamente fotografías de madres con sus
hijos desconociendo el rol de la crianza compartido con el hombre…
Sin embargo, no
son solo los estudiantes los que deben estar dispuestos a aprender y analizar
su vida diaria, sino el docente también ha de responsabilizarse sobre sí mismo
y al apostar por una educación transformadora ha de mantenerse en formación
continua para que pueda ser un apoyo teórico-práctico dentro del aula. De esta
manera, se tratará de dar respuesta a ¿cómo se ha desarrollado esta desigualdad
sexual? ¿cómo se reproduce? ¿cómo se desarrolla en el presente? Hay que llevar
el problema a los diálogos de aula, visibilizarlo y estudiarlo tal y como si
fuera otras asignaturas de currículo. Y, que como dice la autora Ana de Miguel
(2011), la igualdad sea, entonces, una idea, un sentimiento, una forma de vivir.
Referencias
bibliográficas:
Caba, C. y Caba,
P. (1988). Andalucía, su comunismo y su cante jondo. Cádiz, Servicios de
publicaciones de la Universidad de Cádiz.
Delors, J. et al. (1996): La
educación encierra un tesoro. Madrid: Informe a la UNESCO de la
Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI.
De Miguel, A. (2011)
Claves para educar en igualdad. Recuperado de: https://youtu.be/BXxS2BiA_OI
Ferrada, D., &
Flecha, R. (2008). The dialogic educational model: A contribution based on the
learning communities experience. Estudios Pedagogicos, 34(1),
41–61. https://doi.org/10.4067/S0718-07052008000100003
López, M. (2007). La imagen de las mujeres en las coplas
flamencas. Análisis y propuestas didácticas. UNIVERSIDAD DE MÁLAGA.
Jaussi, M. L. (coord.). (2003). Comunidades de
Aprendizaje en Euskadi: una respuesta educativa en la sociedad de la
información para todos y todas. Pais Vasco.
UNESCO (2005): EFA Global Monitoring Report.
UNESCO, Paris. pp. 30-37. Disponible en: